Comencé a experimentar pesadillas que me dejaron insomne. Un día, yo surgí y dibujé lo que recordé… una visión clara de yo mismo, en una ventana de dimensión metafísica, teniendo propia la cabeza decapitada como mi cuerpo, todavía andando, llega a ser perdido a lo lejos de pasos que llevan a un vacío. Ese año, 1947, pinté Sueños Y Pensamento, una pintura premonitoria que anunció gran dolor para mi futuro. Fue el último de mis gran trabajos.
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